miércoles, 18 de enero de 2012

Coincidencias


Hemos conocido hace un par de días la noticia de una desgracia, envuelta con aditivos de causas extrañas y comportamientos humanos incalificables.
Hace unos días se hundió en la costa italiana un crucero, un enorme barco de recreo con varios miles de personas a bordo entre tripulación y pasajeros, que chocó contra las rocas por una irresponsable decisión de su capitán que parece ser que quería navegar cerca de la costa por algún interés particular. Aunque las causas últimas y las investigaciones se producirán a lo largo de los próximos meses, hay una serie de cosas que parece que están bastante claras. 
En primer lugar una irresponsable decisión de navegar tan cerca de la costa con el consiguiente peligro para la nave, cosa que el capitán del barco debería conocer y que por lo visto le importó bastante poco.
En segundo lugar un primer engaño cuando se produce el accidente, comunicando a los pasajeros y a los responsables de costa, que lo único que pasaba era que se había producido un problema eléctrico que no tenía mayor importancia.
En tercer lugar un comportamiento por parte del capitán que no tiene calificación posible ya que, no contento con abandonar la nave el primero de todos saltándose a la torera la obligación más sagrada de un capitán de barco que es abandonar la nave el último, además pretendió hacer creer a las autoridades de la costa en conversaciones posteriores y mientras el barco se hundía y la gente desaparecía, que él aún se encontraba a bordo.
Y en cuarto y último lugar una verdadera chapuza por parte de la tripulación y de los guardacostas las labores de rescate de personas, el trabajo de echar los botes salvavidas al mar y la organización de la evacuación del barco mientras se hundía en el mar.
En fin un caso verdaderamente trágico y triste que se ha cobrado la vida de algunas personas, que no sabemos si la de otras que están desaparecidas, y que ha puesto de manifiesto, una vez más, la “calaña” de algunas personas que tienen en su mano la vida de los demás. Lo que ha hecho el capitán y la tripulación creo que es difícilmente calificable y se merecen, todos y cada uno de ellos, el mayor y el más severo castigo que se les pueda aplicar.
Pero en esto pensaba yo, dejando a un lado lo trágicas que son las muertes y las desapariciones de personas que nunca debieron ocurrir, que este caso en concreto se parece bastante a lo que ocurre actualmente en la vida de todos nosotros, países de ese mundo occidental que nos creíamos tan civilizado, y que lo que nos está demostrando es un absoluto medievalismo y desprecio hacia las personas por parte de unos pocos.
En efecto, ¿no serían muy parecidos los actos del capitán y su tripulación con los actos de esas personas, escondidas y desconocidas y que atienden al nombre de “mercados” y grandes financieros y ejecutivos de bancos?. Si lo pensamos fríamente veremos que esas personas son las que nos han llevado por caminos arriesgados y peligrosos por intereses exclusivamente particulares (ya saben bonus, sueldazos, acciones, etc, etc), como hizo el capitán del crucero.
Esos caminos arriesgados nos han llevado a la ruina y al desastre, tal y como le ocurrió al barco, y finalmente una vez llegado el desastre, esas personas desaparecen, llevándose sus beneficios, y dejándonos a los demás hundidos en la más absoluta de las miserias, de la que nos será muy difícil salir y con un coste humano terrible para todos nosotros.
Y no contentos con eso, llega la tripulación, o sea los políticos de turno, para comenzar a aplicar medidas y políticas que no sólo no nos van a ayudar, sino que nos hundirán aún más en el fondo del océano. Chapuzas y más chapuzas a modo de salvamento, que si nos salvan que lo dudo, nos dejarán tan tocados que no sabremos cómo seguir adelante.
Definitivamente vemos que ya no existe por ningún lado aquello del orgullo de trabajar y de aportar a la sociedad, para generar riqueza y hacer de éste mundo un lugar cada día mejor para vivir.
Una pena de sociedad, pero es lo que hay.