martes, 8 de mayo de 2012

¿Nadie es culpable nunca?

Estamos ya bastante hartos de todo lo que está ocurriendo en nuestro país, en los de fuera y hasta en el mismísimo universo. La crisis, la maldita crisis que nació como económica, yo creo que está causando unos estragos en el mundo que van a ser muy difíciles de volver a encauzar en algún momento.

Sí, nació efectivamente como una crisis económica debido, como todos sabemos ya más que de sobra, a la ambición sin límites de unas pocas personas, que de personas tienen únicamente la apariencia externa, y que son las únicas que antes, ahora y después se seguirán enriqueciendo. Ellos siempre ganan, cuando las cosas van bien por eso precisamente porque van bien y ellos ganan, y cuando las cosas van mal pues por lo mismo, porque sólo van mal para los demás pero ellos siguen ganando.

Pero además del daño económico que estamos sufriendo, que es mucho, esta crisis ha originado una enorme crisis y degeneración social, empresarial, humana y de principios. Por descontado ha causado y está causando un daño irreparable a la actividad política, y a eso por lo que todos hemos luchado en algún momento que es la democracia y la credibilidad en la misma.

Los políticos, esos personajes que según se dice lo único que quieren es el voto de los pobres y el dinero de los ricos, han degradado hasta tal punto los pilares democráticos con sus acciones y omisiones, que no es de extrañar el resurgimiento que estamos observando de esas ideas y partidos a los que tanto pavor tenemos, la extrema derecha, la xenofobia y la exclusión. Y si alguien no lo remedia, seguirán subiendo porque la gente está muy desesperada, y cuando se está así, cualquiera que sea capaz de comerte un poco el coco, tiene tu atención garantizada.

Pero dejando a un lado a esos culpables originarios, los tiburones financieros, debemos tener claro que tanto o más que ellos son culpables los políticos y gobernantes que, en lugar de ejercer la tarea para la que han sido elegidos y para la que están donde están, se han vendido todos a esos oscuros y extraños poderes y no han sido capaces ni han realizado el menor esfuerzo por poner en su sitio a los ladrones de guante blanco que nos están arruinando la vida. Todos tenemos claro que ese sitio es la cárcel.

Estamos ya hartos de mentiras y engaños, y no nos debemos extrañar de que aquí y allá cada día se suicide gente, se cometan tropelías y llegue un día en que nos arrastre alguna desgracia mayor. Ojalá no ocurra nunca, pero si llega, habrá unos culpables y responsables bien claros, y todos sabremos quiénes son.

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