jueves, 3 de marzo de 2016

Egos, millones y sillones

Entre ayer y anteayer, hemos asistido al debate y votación de la investidura de Pedro Sánchez a la presidencia del gobierno. Nada nuevo ni inesperado en el resultado. No acabo de entender  los grandes titulares de los medios de comunicación de hoy en el sentido de “fracaso de Pedro Sánchez”, o “varapalo a Sánchez” y muchos más por el estilo, ya que todos sabíamos de antemano cuál iba a ser el resultado de la votación.

¿Ha sido pues un fracaso?, yo sinceramente creo que no, en mi opinión ha sido más bien un resultado esperado ante una muestra de valentía y decisión por parte de un candidato. Y digo bien, valentía y decisión, porque ha sido el único de los dos posibles candidatos que ha dado un paso al frente, y que se ha arriesgado a un resultado adverso. Dicen que los que triunfan son los que saben asumir riesgos y saben sobreponerse a los resultados en contra.

Siempre hemos oido la típica frase de nuestros padres respecto a aquello de “sólo suspenden los que se presentan”, para consolarnos de un suspenso en los estudios. Y es cierto, los que no se presentan no suspenden, pero tampoco aprueban. Y esa es la diferencia que ha habido entre Sánchez y Rajoy. Mientras que uno no se ha presentado, demostrando una vez más esa valentía que le caracteriza, el otro se ha presentado con el riesgo de suspender, como así ha sido.

Y ¿por qué ha suspendido?. No será por la imposibilidad de llegar a acuerdos (posturas mucho más antagónicas había en la transición y llegaron a acuerdos), sino por la falta de voluntad de llegar a los mismos. Y eso sólo se debe, en mi opinión, al superlativo “ego” del dirigente de Podemos y su obsesión por el “sillón de la vicepresidencia”, (¿No decía que ellos no eran de los que buscaban sillones?), y al afán del dirigente del PP Rajoy, de aferrarse a su poltrona, caiga quién caiga.

Los electores votamos en diciembre y decidimos que hubiera un nuevo tiempo en España, un tiempo en el que primara el diálogo, los acuerdos y los pactos. Rajoy está fuera de eso porque sigue aferrado a los viejos tiempos, los de la crispación y el insulto, y parece que los que hablaban de la “casta”, tampoco entienden que los nuevos tiempos no requieren insultos, enfrentamientos irreconciliables, ni menciones a tiempos pasados de mal recuerdo.

Y aquí llega la tercera palabra del título de este post. Por falta de valentía, por exceso de egos y por demasiadas ansias de sillones, el resultado nos va a costas muchos millones, tantos como 170 millones de euros o más, que nos van a costar unas nuevas elecciones.

¿Es esto lo mejor para los españoles?. Pues que lo recuerden todos a la hora de ir a votar de nuevo.

Albert Rivera dijo ayer una frase en mi opinión muy acertada, "prefiero ser útil a ser importante". Que tomen buena nota todos aquellos que parece ser que se sienten "enormemente importantes", porque están siendo muy poco útiles a nuestro país.

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