martes, 6 de marzo de 2012

Qué depresión, qué deprimente

Hoy es un día como cualquier otro, un martes soleado y anodino sin nada que destacar, a no ser que queramos destacar lo mismo de todos los días, es decir, qué mal están todas las cosas, y cómo cada día se nos ponen un poco peor. Pero llevamos ya tanto tiempo con lo mismo que parece que ya hemos adquirido la adecuada dosis de anestesia y casi, casi que ya ni nos enfadamos, ni nos cabreamos, ni nos rebelamos, vamos que prácticamente ni sentimos ni padecemos, nada ni frío ni calor, ni rabia ni dolor, ni alegría ni temor, y así podríamos seguir hasta el infinito.

Pero no por todo ello deja de ser un día más que se añade a la larga lista de días sumatorios que poco a poco, y en pequeñas dosis como los envenenamientos más malvados, nos están llevando a la depresión más profunda, a la tristeza más absoluta y a la pérdida de ilusión y esperanzas, en el presente y en el futuro.

Oímos cada día a los gobernantes y políticos decirnos que hubo unos gobernantes anteriores irresponsables que nos metieron en un túnel de caída libre hacia la ruina, pero que gracias a ellos y con las medidas que se están tomando, pronto podremos ver alguna pequeña luz al final del túnel.

Y no estoy de acuerdo en absoluto con esto, y fundamentalmente no estoy de acuerdo en dos cosas básicas y elementales. La primera en quiénes consideramos cada uno que han sido los responsables de meternos en éste túnel. No niego que los políticos y gobernantes anteriores tengan su parte de culpa en este desaguisado, pero no sólo han sido ellos, ha habido otros mucho más culpables y que nunca asumen ninguna culpa ni responsabilidad. Ha habido financieros denigrantes, brokers sin escrúpulos, banqueros sin vergüenza, empresarios impresentables y más, muchos más que siguen campando a sus anchas mientras el resto acabarán acampando en los prados cuando les quiten sus casas y les coma la pobreza.

Pero hay otra cosa aún más importante con la que no comulgo, y es esa de que pronto, cuando ya el hambre, la sed y la necesidad esté a punto de aniquilarnos, podremos empezar a ver la luz al final del túnel.

Y NO, rotundamente NO señores gobernantes y gente de dinero, YO QUIERO QUE HAYA LUZ EN EL TÚNEL, aquí y ahora que es cuando la necesitamos. No quiero morirme en el presente mientras ustedes se escudan en el pasado para arruinarnos el futuro.

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