jueves, 16 de febrero de 2012

El lenguaje y las entendederas

Es curiosa la evolución que ha venido sufriendo el lenguaje en los últimos años y la gran capacidad que hemos desarrollado todos de entender lo que a cada uno le dé la gana en función de su capacidad de escuchar lo que se ha dicho, lo que uno se cree que se ha dicho, lo que a uno le hubiera gustado que hubieran dicho o finalmente lo que el que lo ha dicho, quiera decir que significaba lo que dijo. Ya saben esas cosas del contexto, de la interpretación y demás pamplinas.

Vamos a ver, antiguamente las cosas parecían significar lo que indicaba el diccionario y lo que la lógica del lenguaje nos venía indicando en la evolución del mismo, sin embargo con la ocupación monopolística de los medios por parte de políticos, economistas, expertos, tertulianos y demás personal hablador, ya nada es como era y nada significa lo que debería.

Así y según la normalidad anterior, crecer significaba siempre eso mismo, crecer, o sea aumentar, ya fuera en edad, en peso, en sabiduría, en formación, en dinero, etc, etc. Pero ahora resulta que nos encontramos con la expresión "crecimiento negativo" como algo que aceptamos con absoluta normalidad. A ver, ¿cómo se puede crecer negativamente me pregunto yo?. Nos valdría también entonces, por poner un ejemplo, que una persona que está en régimen de adelgazamiento nos dijera que esta engordando negativamente, ¿no? o que alguien que está engordando dijera que está en adelgazamiento negativo.

¿Y por qué no decir también que a toda la gente que se está mandando al paro, están sufriendo una contratación negativa? No sería ninguna aberración ya que según nuestros gobernantes, el facilitar y abaratar el despido es para que se incremente la contratación. ¿Se referirán a la contratación negativa?

Otro de los aspectos curiosos y en este caso algo decepcionante que encontramos en el lenguaje moderno es habernos quitado el buen concepto que teníamos de alguna palabra. Me refiero en concreto a la palabra "herencia". Antes a cualquiera que se le hablara de una herencia se le iluminaban los ojillos y mostraba su mejor sonrisa profidén, la herencia siempre era algo bueno, todos soñábamos con tener una herencia, con heredar algo. Se nos hacía la boca agua solo de pensarlo. Sin embargo y en estos últimos tiempos, el oír la palabra herencia es ponerse irremediablemente a temblar, ya que la herencia se ha transformado en desastre, en deudas, en corrupción, en despilfarro, en pobreza y finalmente en que debido a la herencia, nos debemos dejar chupar la sangre hasta secarnos y sin rechistar. La verdad es que da mucha pena.

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