jueves, 2 de mayo de 2013

Sin uso de razón


Podría igualmente haber titulado éste post “Sin muelas del juicio”, ya que en ambos casos la consecuencia es la misma. Me explicaré.

Se supone que cuando llegamos a una cierta edad, antes se solía decir que llegaba con la primera comunión, se adquiere el “uso de razón”, es decir que dejamos de comportarnos de manera más o menos inconsciente, y empezamos a adquirir plena conciencia de nuestros actos y palabras.

También se supone que cuando salen las muelas del juicio, que suele ser alrededor de los 15 años para los más precoces, tenemos un juicio más desarrollado que antes de éste hecho.

Tanto en un caso como en otro, bien sea el “uso de razón” o el “mayor desarrollo del juicio”, nos otorgan, en teoría, una plena responsabilidad de nuestros actos, de nuestras decisiones y de nuestras palabras. Antes de eso, se supone que siempre hay algo de inconsciencia, y nos comportamos de modo infantil, procurando no asumir nunca nuestros fallos y trastadas, especialmente si tienen consecuencias desastrosas e indeseables. 

De ahí que de niños, siempre nos escudemos en la “mentira”, en el “engaño”, en el “ha sido otro” o en el más común “yo no  he sido”. Se supone que se nos permiten éstos argumentos porque somos niños, aunque los mayores sepan que estamos “escurriendo el bulto” como mejor podemos.

Bien, pues viendo y analizando todo lo que está ocurriendo en nuestro país en los últimos tiempos, no puedo pensar otra cosa más que nuestros dirigentes no han llegado ni al uso de razón ni les han salido las muelas del juicio.

¿Por qué?.

Porque nunca he visto tal cantidad de personas diciendo que los destrozos los han hecho otros, que ellos no son culpables de nada, que ellos sólo quieren transparencia y decir la verdad, y que se escondan continuamente de todo y de todos, sin tener ni la vergüenza ni el valor de dar la cara y decirnos a todos claramente las cosas tal y como son, o tal y como ellos las están convirtiendo. Igual que los niños, exactamente igual, “yo no he sido, ha sido otro”, y cuando al final te pillan, te escondes en el más recóndito lugar para evitar las consecuencias de tus actos.

La desgracia e indignación llega después al pensar que al fin y al cabo los niños tienen una gran inocencia y, normalmente aunque haya en algún caso algo de crueldad infantil, nunca pretenden destruir o aniquilar a nadie. Tampoco, salvo raras excepciones, sus fechorías tienen consecuencias irreparables, ni en las personas ni en las cosas.

Pero nuestros gobernantes no tienen esa inocencia, ni muchísimo menos, todo lo que hacen es consciente, premeditado y con objetivos muy concretos, que no son otros que tener el poder y el dinero que piensan que les pertenece sólo a ellos y a nadie más. Y finalmente las consecuencias de sus decisiones y actos, en muchos casos van a ser irreparables.

Y si no, que se lo pregunten a los parados que no van a volver a trabajar, a los desahuciados que se han suicidado, a los dependientes que terminarán consumidos en la miseria, a los enfermos que terminarán cronificándose o falleciendo, y a tantos miles de personas cuya pobreza, consumirá sus vidas para siempre.