domingo, 8 de septiembre de 2013

Los que hablan y los que hacen

Dice el refrán “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, que viene a ser algo así como que los que mucho hablan y presumen de algo, están a años luz de ser o poseer ese algo.

En efecto, estamos todos o al menos yo, bastante hartos de oir hablar a empresarios, políticos en el poder, personas y personajes de relieve, gurús de todo el pelaje y pensamiento posible y toda esa inmensa pléyade de personas que viven del cuento que nos cuentan cada día, estamos hartos decía, de oir hablar de solidaridad, eso que ninguno de ellos, absolutamente ninguno es capaz de entender, ni de practicar.

Se les llena la boca diciendo que en estos tiempos hay que ser solidarios, que debemos hacer un esfuerzo entre todos para poder salir del profundo pozo en que nos encontramos, y en el que por cierto, nos han metido precisamente ellos. Pero ni uno solo es capaz de regalar ni un euro de su sueldo millonario, ni de renunciar a ni una sola de sus prebendas, a ni uno solo de sus privilegios, para ayudar al prójimo.

Me cabrea y mucho oir hablar de solidaridad a esos que ganan cientos de miles de euros, a esos que se suben sus sueldos y bonus mientras bajan el sueldo a sus empleados o directamente los despiden, a esos que combinan sus trabajos ¿? de directivos de empresas y medios de comunicación con tertulias a todas horas, charlas, seminarios, etc, y que se llenan los bolsillos diciendo una tontería tras otra.

Me cabrea y mucho que se consideren líderes de opinión a personas cuya opinión depende de los billetes que les ponen en los bolsillos, me cabrea en definitiva que los que nos están todo el día diciendo que hay que sacrificarse y apretarse el cinturón, nos lo digan desde sus elevados sillones, desde sus opulentos despachos combinándolo con cenas, comidas y copas en los lugares de lujo. Me cabrea y cada día mi paciencia se agota un poco más.

Pero aún me cabrea e indigna más que después desprecien y se mofen de aquellos que no hablan, de aquellos que hacen cosas sin vociferarlo a los cuatro vientos, de aquellos que de verdad se dejan el lomo para ser solidarios con sus vecinos, con sus semejantes, y que el único pago que reciban sea el de escuchar a los sinvergüenzas de los que he hablado antes, decirles que son unos pobrecillos que no van a llegar a ninguna parte.

Este verano he tenido la oportunidad de participar en una acción solidaria que por su organización, por su desarrollo y sobre todo por el resultado conseguido, debería haber sido portada de todos los medios de comunicación, y que sin embargo apenas ha tenido repercusión. Y es una verdadera lástima que todo el mundo no pueda enterarse que ha habido una ciudad, Torrelavega (Cantabria), que ha sido capaz con 50 voluntarios, de recoger más de 1 kg de alimentos por cada uno de sus habitantes.

¿Hay alguien que haya logrado una gesta similar?, estoy seguro que no.

Sí señores, se han recogido en 11 días, nada más y nada menos que 58.898 kilos de alimentos destinados a familias y ciudadanos que están pasando hambre. Más de 58 toneladas en una ciudad con una población de poco más de 55.000 habitantes.


IMPRESIONANTE

jueves, 13 de junio de 2013

Del antifaz a la corbata

Que sería más o menos lo mismo que decir: de la Serranía de Ronda a La Moncloa.

Sí señores, ésta es la triste realidad. En otros tiempos existían personajes como nuestro querido Curro Jiménez, que aunque personaje ficticio, estaba basado en un personaje real llamado Andrés López, el Barquero de Cantillana, al que por unos pleitos con la justicia, le fue arrebatada su profesión de barquero y tuvo que huir al monte.

Nuestro querido Curro era un bandolero, sí, pero un bandolero entrañable, con corazón, que se jugaba el pellejo para defender a los pobres y desamparados. Él luchaba para arrebatar a los ricos y señoritos, todo aquello que éstos habían conseguido explotando a los más pobres y necesitados. Podemos decir que representaba la justicia del pueblo, del pueblo llano, ése que no sabe lo que es ganar un pedazo de pan si no es con el sudor de su frente. Cuando llegaba a sus oídos una injusticia, una explotación del jornalero, un maltrato o cualquier tropelía por el estilo, allá que acudía presto cabalgando raudo por las serranías andaluzas. Además también era un patriota, luchaba sin descanso contra los invasores franceses para echarlos de nuestra Andalucía y de nuestra España.

Todo un personaje, honesto, justo y admirable, sí, aunque fuera un simple bandolero.

Pero amigos hoy los tiempos han cambiado, y los bandoleros ya no se esconden en las montañas o en los bosques, no qué va, ahora viven en lujosos pisos en la zona noble de las ciudades, como Madrid, en lujosas urbanizaciones de élite, protegidos por personal de seguridad por si acaso a algún pobre desahuciado se le ocurriera ir a decirle que es un chorizo.

También tienen por costumbre afiliarse y trabajar en partidos políticos, especialmente el popular, en el que la cueva de Alí Babá a su lado, sería un simple mercadillo de emigrantes o trabajadores del top manta. Tampoco se esconden de la justicia ya que ésta, si es que llegara a condenarles, sería con penas tan insignificantes que el indulto posterior estaría más que asegurado.

En cuanto a las características que adornaban a Curro Jiménez, nada más alejado de ello que los actuales bandoleros. Ellos no se lo quitan a los ricos para devolvérselo a los pobres, nada más lejos, ellos al contrario explotan y le roban a los pobres para que los ricos lo sean cada día un poco más. Les rebajan los salarios, facilitan los despidos, les ponen muy difícil la educación para que no aprendan, les recortan la sanidad a ver si duran menos tiempo vivos, y finalmente si los pobres han ahorrado algunos dineros a lo largo de su vida, cosa que para los ricos no se puede consentir, rápidamente se ponen de acuerdo con sus amigos banqueros para que les coloquen unas pocas preferentes.

Además no son patriotas como nuestro querido Curro, porque éstos de hoy en día, por una parte se llevan todo el dinero que pueden lejos de nuestro país, a esos paraísos fiscales que tanto les gusta, y además se someten sin ningún reparo a los dictados de personajes extranjeros y oscuros que mandan más que los millones de votos que nosotros podamos introducir en las urnas.


Sí señores, el antifaz ha sido sustituido por las corbatas y los gemelos, y las cuevas de los montes por chalets, golf e impartición de conferencias magistrales. Así va el mundo, y así vamos nosotros.

miércoles, 12 de junio de 2013

Poliketing

Cuando yo daba clases de marketing a tiernos chavales de 18 años, (ahhhh, qué tiempos aquellos en los que había trabajo y en los que podías transmitir a los jóvenes la ilusión por ser buenos profesionales y llegar a lo más alto por tus conocimientos y preparación), recuerdo que en los primeros días de cada curso, las primeras lecciones versaban sobre el concepto del marketing, lo que es y hace el marketing, y lo que representa para la sociedad.

Veíamos con atención las diferentes definiciones y concepciones del marketing establecidas por los más famosos expertos y gurús en el tema, definiciones y concepciones que se basaban siempre en teorías de mercado, teorías sociológicas, teorías económicas y teorías de comunicación. Así veíamos cosas como que el marketing era acercar los productos a los mercados, descubrir necesidades de las personas y satisfacerlas, a veces crear necesidades nuevas y productos adecuados para ellas, investigar hábitos y costumbres de las personas para desarrollar los productos y servicios que les procuren una mejor calidad de vida, etc, etc.

Siempre, claro está, había un trasfondo en todas estas afirmaciones, de empresas que desean vender sus productos, para lo cual tienen que descubrir o “inventar” los mercados necesarios y apropiados que los compren. En definitiva, una legítima y honrada, aunque no siempre era así, transacción en la que unos reciben algo que piensan o creen que necesitan, y otros reciben una contraprestación económica que mantiene vivos sus negocios y productos.

Tras todas estas definiciones y conceptos escritos y admitidos por la sociedad, finalmente yo aportaba mi particular concepto del marketing. Les decía por tanto que para mí el marketing no era otra cosa que “sentido común”. Sentido común aplicado a la observación de las personas y a la evolución social para tratar de conocer qué desean, qué necesitan, qué cosas les hacen falta, y con todos ello, intentar disponer de los productos y servicios necesarios para cubrir todas esas necesidades y anhelos. Con una premisa fundamental, siempre con la verdad por delante, porque si bien es cierto que hay quien piensa que crear necesidades que no existen es engañar, yo creo que no, creo que crear necesidades es ser lo suficientemente creativo e imaginativo como para lograr descubrir lo que las propias personas aún no han descubierto de sí mismos.

Pero amigos, eran otros tiempos, tiempos en los que se funcionaba con la economía productiva, esa que crea riqueza a través de los bienes y servicios que produce. Ahora esta economía ya no está de moda, esta economía se ha quedado para los pobres pardillos que no saben, no quieren o no pueden especular, ahora lo que se lleva es la economía especulativa, esa en la que sin producir absolutamente nada, es capaz de enriquecer a unas pocas personas simplemente moviendo dinero de un lado a otro, y en muchas ocasiones, dinero que ni siquiera les pertenece.

También eran los tiempos de la política “de la población”, aquella política en la que los políticos se preocupaban, o al menos no despreciaban tan claramente como ahora, a los ciudadanos que les daban su confianza.

Por eso me cabrea oír tantas veces cuando los políticos nos engañan una y otra vez, que son operaciones de marketing. No señores, el marketing es algo mucho más bonito, mucho más honrado y mucho más útil y necesario para la sociedad, que la simple y barata propaganda que ustedes hacen.


Y a los señores periodistas y tertulianos varios que comentan y saben de todo, por favor les pediría que no manchen el nombre del marketing, llamenle propaganda y si quieren simplemente, llamenle “POLIKETING”.

domingo, 2 de junio de 2013

La verdad y el deber

Decía días atrás un experto en comunicación, que lo fundamental para comunicar es básicamente “decir la verdad” y además “decirla a tiempo”. No puedo estar más de acuerdo.

Dice el refranero popular que “la verdad duele”, pero en mi opinión esto no es más que un falso consuelo sobre todo para aquellos que no suelen vivir en verdades sino en hipocresías y falsedades. Es cierto que a veces no conviene decir toda la verdad, a veces hay que hacerlo en pequeñas dosis, especialmente con aquellas personas que son demasiado sensibles o demasiado susceptibles, pero al final, queramos o no, siempre la verdad acaba abriéndose paso, aunque sea contra viento y marea.

Desgraciadamente estamos en un mundo en el que la verdad no está de moda, la gente parece que no quiere decir ni oír la verdad, y prefiere vivir en un mundo falso de mentiras que les proporcionen mejores réditos sociales, laborales y económicos, aunque a la larga la degradación ética y humana les pase factura al final del camino. Parece ser que es mejor vivir en la mentira y el engaño y arrepentirse al final del camino, que vivir en la honradez y la verdad, aunque bien es cierto que de ésta última forma sueles encontrar bajo tus pies todas y cada una de las piedras del camino, y algunas más. A los que dicen y defienden la verdad no les suele ir muy bien en éste mundo materialista y falso en que vivimos.

Pero lo que es más alucinante, y lo estamos viendo cada día, es la inmensa capacidad de los políticos que nos gobiernan para mentirnos todos los días, con el mayor desprecio hacia nuestra inteligencia. Nos mienten, se mofan de nosotros, nos chulean y no se les cae la cara de vergüenza ni se inmutan lo más mínimo. Les da igual, ellos con tal de tener el poder y el mando, hacen lo que sea, incluso el ridículo más clamoroso, sin sonrojarse y encima creyéndose que son los mejores y más capaces.

Y ya lo último de lo último es oír a un presidente decir sin pudor que no está cumpliendo su programa electoral, ese programa que sus votantes creyeron y para el cual le dieron la mayoría, y que es consciente de ello, pero que no lo cumple porque lo que está haciendo es “cumplir con su deber”. Y lo dijo tan tranquilo y sin plantearse siquiera coger de inmediato los bártulos e irse a su casa.

Porque yo pregunto, si cumplir con lo que uno ha prometido y con lo cual ha obtenido la confianza de los ciudadanos no es el deber de un gobernante, ¿cuál entonces es su deber??. Por lo que deduzco, su deber es básicamente hacer lo que le dé la gana, antes, ahora y después, con el permiso por supuesto de aquellos que manejan todos los hilos, y que le tienen cogido por donde todos sabemos.

jueves, 2 de mayo de 2013

Sin uso de razón


Podría igualmente haber titulado éste post “Sin muelas del juicio”, ya que en ambos casos la consecuencia es la misma. Me explicaré.

Se supone que cuando llegamos a una cierta edad, antes se solía decir que llegaba con la primera comunión, se adquiere el “uso de razón”, es decir que dejamos de comportarnos de manera más o menos inconsciente, y empezamos a adquirir plena conciencia de nuestros actos y palabras.

También se supone que cuando salen las muelas del juicio, que suele ser alrededor de los 15 años para los más precoces, tenemos un juicio más desarrollado que antes de éste hecho.

Tanto en un caso como en otro, bien sea el “uso de razón” o el “mayor desarrollo del juicio”, nos otorgan, en teoría, una plena responsabilidad de nuestros actos, de nuestras decisiones y de nuestras palabras. Antes de eso, se supone que siempre hay algo de inconsciencia, y nos comportamos de modo infantil, procurando no asumir nunca nuestros fallos y trastadas, especialmente si tienen consecuencias desastrosas e indeseables. 

De ahí que de niños, siempre nos escudemos en la “mentira”, en el “engaño”, en el “ha sido otro” o en el más común “yo no  he sido”. Se supone que se nos permiten éstos argumentos porque somos niños, aunque los mayores sepan que estamos “escurriendo el bulto” como mejor podemos.

Bien, pues viendo y analizando todo lo que está ocurriendo en nuestro país en los últimos tiempos, no puedo pensar otra cosa más que nuestros dirigentes no han llegado ni al uso de razón ni les han salido las muelas del juicio.

¿Por qué?.

Porque nunca he visto tal cantidad de personas diciendo que los destrozos los han hecho otros, que ellos no son culpables de nada, que ellos sólo quieren transparencia y decir la verdad, y que se escondan continuamente de todo y de todos, sin tener ni la vergüenza ni el valor de dar la cara y decirnos a todos claramente las cosas tal y como son, o tal y como ellos las están convirtiendo. Igual que los niños, exactamente igual, “yo no he sido, ha sido otro”, y cuando al final te pillan, te escondes en el más recóndito lugar para evitar las consecuencias de tus actos.

La desgracia e indignación llega después al pensar que al fin y al cabo los niños tienen una gran inocencia y, normalmente aunque haya en algún caso algo de crueldad infantil, nunca pretenden destruir o aniquilar a nadie. Tampoco, salvo raras excepciones, sus fechorías tienen consecuencias irreparables, ni en las personas ni en las cosas.

Pero nuestros gobernantes no tienen esa inocencia, ni muchísimo menos, todo lo que hacen es consciente, premeditado y con objetivos muy concretos, que no son otros que tener el poder y el dinero que piensan que les pertenece sólo a ellos y a nadie más. Y finalmente las consecuencias de sus decisiones y actos, en muchos casos van a ser irreparables.

Y si no, que se lo pregunten a los parados que no van a volver a trabajar, a los desahuciados que se han suicidado, a los dependientes que terminarán consumidos en la miseria, a los enfermos que terminarán cronificándose o falleciendo, y a tantos miles de personas cuya pobreza, consumirá sus vidas para siempre.

jueves, 25 de abril de 2013

Cuando los ciudadanos somos una molestia


Recuerdo como si hubiera sido ayer mismo, cómo el Partido Popular fue literalmente echado del gobierno en el año 2004 por mentir, por intentar envenenarnos con esas enormes mentiras del Prestige, de la guerra de Irak y especialmente por los trágicos sucesos del 11-M, en los que la mentira llegó a unos niveles insoportables. Y también recuerdo como si hubiera sido ayer mismo, cómo el Partido Popular ha vuelto de nuevo al gobierno mintiendo de la misma manera salvaje y despreciativa hacia todos nosotros, hace tan sólo año y medio. 

Y entre estas dos fechas, siete años nada menos, un montón de gente, unos cuantos millones de ciudadanos que “olvidaron” en esos siete años todas aquellas mentiras, y se creyeron de nuevo todos lo que los populares decían. Yo nunca los he creído, jamás me han merecido confianza ni me han dado motivos para creerles, y una vez tras otra lo han demostrado.

Lo que no alcanzo a entender es toda esa cantidad de gente que les creyó. Bien es cierto que de sus 10 millones de votos, hay al menos un 50 o un 60% que son fieles acólitos, personajes sin ideas propias que, digan lo que digan y hagan lo que hagan, siempre se creerán a los populares y les votarán, eso ya lo sabemos, son toda esa cantidad de gente que no piensan por sí mismos, o mejor dicho, que sólo piensan en sí mismos y no en la totalidad de los ciudadanos. Pero ese otro 40 o 50% que les votó porque se creyó sus argumentos, ¿qué dicen ahora?, ¿por qué les votaron?, ¿por castigar a Zapatero?. 

Ese es uno de los grandes problemas de nuestro tiempo, todos aquellos que votan no porque prefieran una opción, sino porque no quieren que gane otra opción. No se vota porque se elige a uno, sino para que no gane otro. Como decía un profesor de matemáticas que tuve hace mucho, no es ni más ni menos que la “simple reducción al absurdo”.

Estamos de acuerdo en que Zapatero no lo hizo bien en su segunda legislatura. Pero no, no voy a ser tan bobo de decir que la crisis económica es culpa suya, todos sabemos de sobra quienes andan detrás de ella, pero lo que no hizo bien Zapatero fue enfrentarse con “un par” a todos los males que hay detrás de la crisis. No se enfrentó a los banqueros, a los empresarios, a los creadores de la burbuja inmobiliaria, a los especuladores, a los corruptos, y en definitiva a todos aquellos que lo único que buscan es llevarse todo y esclavizarnos al resto. No se enfrentó a ellos y debería haberlo hecho y quizás, sólo quizás, ahora igual no estábamos en el desastre en que estamos.

Y los de ahora tampoco se enfrentan a los antes citados, es más, no sólo no se enfrentan sino que les apoyan y les dan más privilegios. Porque los de ahora a los únicos que se están enfrentando es a la población, un día y otro, y otro más. Y además lo hacen con muchas más mentiras si cabe, con mucha más chulería, con mucho más desprecio, y demostrándonos continuamente que les importamos absolutamente nada.

Jamás en la democracia se había dado tal grado de desprecio por la población, tal grado de aislamiento de los políticos, jamás en la democracia había ocurrido que se ordenara a la policía cargar contra la indefensa ciudadanía para proteger a los corruptos y chorizos, que no paran de robarnos y despreciarnos. Jamás ningún político nos había dicho tan a las claras y con tanta prepotencia y chulería, que somos un estorbo, una molestia y que dejemos de pelear por nuestros derechos porque están hasta las narices de que les molestemos. Jamás.

Y por eso espero que, cuando llegue el momento, no nos olvidemos de todo esto y les demostremos que quienes molestan y sobran son ellos. Y con nuestros votos y nuestra razón, les mandemos a freir espárragos, por no decir algo más contundente.

sábado, 23 de febrero de 2013

Había una vez un circo…


Y la letra entrañable de nuestros queridos y recordados payasos continuaba “que alegraba siempre el corazón”….. Y era verdad, nos alegró el corazón y la vida a muchas personas y nos hicieron pasar momentos inolvidables.

Pero no, no es aquél el circo al que me refiero, un circo maravilloso, honrado y profesional, sino al circo indecente en el que nos están convirtiendo el país, un circo con unas personas que quieren aparentar seriedad y profesionalidad, preocupación por los problemas de la gente, y en el que nos quieren hacer ver que trabajan duramente por nosotros. Pero no es verdad, realmente han demostrado que no pasan de ser unos malos payasos, unos nefastos aprendices de hombres y mujeres con principios, pero sí unos excelentes carroñeros y buitres que no dudan ni un segundo en ocupar los lugares preferentes de los botes salvavidas, mientras el barco en el que navegamos se va hundiendo con toda su carga de pasajeros empobrecidos, indignados y engañados.

No sé realmente por qué cuando se quiere ridiculizar a alguien se le llama payaso, cuando el payaso es algo muy serio, entrañable y admirado. El payaso hace reir porque tiene arte, amor y sensibilidad para hacer reir. Un verdadero payaso es alguien que da todo lo que lleva dentro para que los demás nos sintamos como niños sin preocupaciones y mostremos lo más hermoso que se puede mostrar: la sonrisa. Y no son de esta clase los payasos que ahora están decidiendo a dónde nos llevan en el país. Estos no dan absolutamente nada de lo que llevan dentro, y no solo eso, sino que nos quitan a los demás lo poco que podamos tener, y eso la verdad, es que no provoca ninguna gana de reir.

Por eso digo que no pasan de ser unos malos payasos, unos payasos de esos que al no tener arte ni sensibilidad, sólo consiguen algo intentando ridiculizar al prójimo. Malos payasos y malas artes.

Esta mañana he oído una entrevista al que dicen que es el mejor payaso del mundo, un hombre cuyo nombre no recuerdo, pero que demostraba estar lleno de sensibilidad, de amor por su trabajo, de humanidad y de pasión, un hombre que había estudiado cinco años de danza clásica, que tocaba 6 u 8 instrumentos, y que se había preparado con dureza para ser lo que es: un gran payaso.

Le preguntaban si le molestaba que cuando se quería ridiculizar a alguien se le llamara payaso, y él muy sabiamente contestó que no, que no se sentía aludido en absoluto, pero que cuando en su profesión, la de los payasos, se quería ridiculizar a alguien, se le llamaba “político”. 

Gran respuesta y gran verdad.

miércoles, 13 de febrero de 2013

De promesas y deberes


Ayer me quedé bastante flipado cuando escuche decir a Rajoy en una entrevista que era perfectamente consciente de que no había cumplido nada de su programa electoral, pero que lo que había hecho era cumplir con su deber. Así lo dijo, tal cual, sin inmutarse lo más mínimo.

Tras esto me he estado preguntando cuál es realmente el deber de una persona cuando se compromete con algo e incumple todo lo prometido.

En mi humilde opinión y entendimiento, el primer deber de una persona es ser fiel a su palabra, ser fiel a lo que dice y se compromete, y esto vale para cualquier persona. Pero cuando se trata de alguien en quien muchos millones de personas han depositado su confianza, este deber no sólo es obligatorio sino que es inexcusable. Cuando alguien ha realizado una serie de promesas, y en base a ellas ha obtenido la confianza de millones de personas, no cabe absolutamente ninguna excusa para no cumplirlo.

La única salida y la única forma de proceder sería que, si es verdad que no conocía realmente la situación en la que estaba el país, cosa harto llamativa en un político que lleva toda la vida en los ámbitos del poder, que ha estado en gobiernos y que por su posición, debe estar perfectamente informado de todo, sería digo que se hubiera dirigido de inmediato al país, y sobre todo a todos esos millones de personas que confiaron en él, y les hubiera dicho: miren ustedes, yo prometí esto y aquello y dadas las circunstancias, me es imposible cumplir lo prometido, por tanto, voy a volver a someterme a su confianza detallandoles todas las cosas que no haré y todas las que haré, y una vez que las sepan, convocaré nuevas elecciones para obtener su respaldo. Si después esta persona obtuviera de nuevo la masiva confianza de los ciudadanos, ya no tendríamos ningún argumento en su contra. 

Pero esto no lo ha hecho ni lo hará.

Y entonces yo me pregunto y le preguntaría a él si pudiera, ¿cuál es su deber Sr. Presidente?, ¿hacer lo que a usted le dé la gana porque considere que es su deber?, ¿y quién le ha dicho a usted que eso que usted considera su deber es lo que quieren los ciudadanos?.

Ahora ya sabemos todos gracias a usted, que los políticos y especialmente en campañas electorales, pueden decir cualquier cosa, lo que les dé la gana, en el convencimiento de que después harán lo que les dé la gana de nuevo, sea lo que han prometido o sea dejarnos a todos con dos palmos de narices viendo como nos chulean y nos torean sin el más mínimo pudor ni vergüenza.

¿Cumplir con su deber?, pues si quiere cumplir con su deber de verdad, su deber es facilitarnos la vida a los ciudadanos y si no sabe o no es capaz de hacer eso, ya está usted sobrando.

martes, 12 de febrero de 2013

Salvo algunas cosas


Cualquiera diría que estamos en un país occidental en el que prima la democracia, la libertad de expresión, la justicia social, la igualdad de oportunidades, el acceso de cualquier persona, sea cual sea su origen, procedencia y clase, a cualquier bien común de los que nos hemos dotado durante años.

Cualquiera diría que somos un país desarrollado, en el que el acceso a la educación es igualitario, y en el que tras la educación existe igualdad de oportunidades para acceder a un trabajo digno, que te permita tener una casa digna, disfrutar de una familia digna e ir preparando con los años una jubilación digna que te proporcione el merecido descanso después de años y años de trabajo.

Cualquiera diría que somos una economía puntera en el mundo, en el que nuestras grandes empresas se internacionalizan abriendo nuevos mercados, y en el que las pequeñas y medianas empresas proporcionan trabajo, riqueza y crecimiento que haga sostenible el estado del bienestar que tenemos,.. o mejor dicho que teníamos.

Cualquiera diría todo esto y muchas más cosas, y por lo tanto todos deberíamos ser felices y sentirnos orgullosos de pertenecer a este pueblo y a este país, y a ese cualquiera que diría todo eso le contestaríamos obviamente, que tiene razón en todo, “salvo algunas cosas”:

Salvo que la sanidad nos la están quitando poco a poco, y eso que en contra de lo que dicen, no es una sanidad gratuita, ya que la pagamos sobradamente con nuestros impuestos.

Salvo que la educación pública, universal y gratuita la están convirtiendo en privada, de clase e ideológica, con las medidas que está tomando el ministro del ramo.

Salvo que la dependencia y las ayudas a los que más lo necesitan, se están recortando hasta dejarlas en “apáñatelas como puedas”.

Salvo que nos están quitando cada día más dinero a los que menos tenemos para dárselo a los bancos, a los corruptos, a los empresarios que blanquean y se llevan el dinero lejos, a los partidos que nos mienten y nos chulean, y a un largo rosario de aduladores, besaculos, aplaudidores y demás ralea indeseable.

Salvo que nos mienten cada vez que hablan y nos vuelven a mentir cuando se desmienten de lo anteriormente dicho.

Salvo que cada día hay menos trabajo, más pobres, más desahucios, mas indignación, más desesperación, más hambre y más miedo.

Salvo que nuestros hijos ante la perspectiva futura de “comerse los mocos” porque otra cosa no podrán por la falta de trabajo, se están convirtiendo en eso que muchos han criticado y condenado cuando venían aquí desde otros países, se están haciendo emigrantes como lo fueron hace años sus abuelos o bisabuelos. La diferencia es que los de ahora, que están muy bien preparados, no volverán.

Salvo algunas de esas cosas como decía, y unas cuantas más que no digo, si efectivamente, parece que estamos en un país que yo no sabría cómo calificar.

¿País de charanga y pandereta?. No, yo creo que ya no llegamos ni siquiera a ese nivel.

sábado, 12 de enero de 2013

Así nunca se arreglará nada

Estoy ya muy cansado, harto, indignado y asqueado de ver lo que ocurre en las empresas de éste país una vez tras otra. Muy harto y muy asqueado.

Estoy hasta las narices de escuchar a políticos, empresarios, banqueros y toda la fauna de este país que en general no da un palo al agua, decir continuamente que las empresas españolas no son competitivas, que los trabajadores en nuestro país no trabajan lo suficiente, que ganan más de lo que se merecen y que viven por encima de sus posibilidades y lo único que les gusta es "rascarse la barriga".

Yo he trabajado en unas cuantas empresas e incluso he dirigido alguna, y siempre he tenido compañeros y empleados que han dado el callo como el que más, que se han implicado, que han regalado horas a las empresas, que han sacrificado muchas veces su vida personal y su ocio para sacar algún trabajo adelante. Siempre he visto gente comprometida, gente que sabe lo que es ganar el pan con el sudor de la frente y que sabe lo que supone tener un trabajo, y hoy día aún con más razón que nunca. Siempre he visto a la gente responder cuando ha sido necesario e incluso cuando no lo ha sido. Está claro que también me he tropezado alguna vez con algún "jeta" que prefería ser de los que se ganaban el pan con "el sudor del de enfrente", pero afortunadamente siempre han sido excepción y elementos aislados.

Por eso me cabreo tanto cuando oigo lo de los trabajadores y la competitividad.

No señores, lo que pasa en las empresas españolas es que por cada trabajador que se deja los cuernos, siempre hay algún directivo que vive del cuento y encima se lleva la pasta. Lo estamos viendo todos los días y por eso las empresas van como van, porque hay mucha gente en ellas que "no produce" sino que simplemente se dedican a pintar la mona y llevarse una pasta por ello.

Y la prueba la vemos cada día con nombramientos en las empresas de "asesores externos", "consejeros extraordinarios", "consultores que no saben de qué va la cosa" y un largo etcétera. Y las pruebas son: Urdangarín en Telefónica, Rato en Telefónica, Aznar en Endesa o donde sea, Güemes en no sé que empresa sanitaria, Acebes en Iberdrola o donde sea, etc, etc, etc. Hasta a Belén Esteban la acaban de fichar como "Directora de Ahorro y Relaciones Públicas" o algo similar en una empresa de telefonía móvil. Y todos ellos llevándose una pasta por "tocarse las bolas".

Y por cada uno de estos "cerebros" que fichan y "no producen" despiden a unos cuantos trabajadores de los que "sí producen".

¿Creen ustedes que de esta forma vamos a conseguir alguna vez salir adelante?