jueves, 20 de mayo de 2010

No te matan, solamente te mueren

Eso es lo que suele ocurrir en todos los ámbitos sociales cuando una persona válida se encuentra en un entorno de inútiles e ignorantes. La desgracia es que normalmente los inútiles e ignorantes suelen ser los que mandan y deciden, mientras que los válidos son los que deben obedecer.

Se puede aguantar algún tiempo así, se suele incluso aguantar algún tiempo más del que teóricamente se puede soportar, pero tarde o temprano llega el día en el que cansado de oír sandeces, cansado de escuchar tonterías de las más variopintas, y sobre todo cansado de ver cómo los inútiles e ignorantes encima se creen buenos y desprecian a los que de verdad lo son, llega el día en que intentas hacerte valer, y es justo ese momento en el que comienzas a firmar tu sentencia de muerte. A partir de ahí ya no sólo te aislarán, sino que intentarán pisarte, vejarte, anularte y poco a poco irte apuñalando hasta que sin que nadie sea responsable de matarte, tendrán el gran honor de “morirte”.

Así funciona en la política, así funciona en la empresa, en la cultura, en el arte, en la economía y en todos los sitios, porque el que es válido es porque sabe y tiene conocimientos, es decir, ha aprendido y para eso se requiere ser inteligente, y a la inteligencia la suele acompañar la prudencia, y a la prudencia le acompaña la falta de mala sangre y a esta le acompaña indefectiblemente la buena fe. Y todo este conjunto al final conduce a que te den las tortas por la izquierda, la derecha, por arriba y por abajo.

Y no tienes salida. Realmente una pena absoluta.

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