Decía días atrás un
experto en comunicación, que lo fundamental para comunicar es básicamente
“decir la verdad” y además “decirla a tiempo”. No puedo estar más de acuerdo.
Dice el refranero popular
que “la verdad duele”, pero en mi opinión esto no es más que un falso consuelo
sobre todo para aquellos que no suelen vivir en verdades sino en hipocresías y
falsedades. Es cierto que a veces no conviene decir toda la verdad, a veces hay
que hacerlo en pequeñas dosis, especialmente con aquellas personas que son
demasiado sensibles o demasiado susceptibles, pero al final, queramos o no,
siempre la verdad acaba abriéndose paso, aunque sea contra viento y marea.
Desgraciadamente estamos
en un mundo en el que la verdad no está de moda, la gente parece que no quiere decir
ni oír la verdad, y prefiere vivir en un mundo falso de mentiras que les
proporcionen mejores réditos sociales, laborales y económicos, aunque a la
larga la degradación ética y humana les pase factura al final del camino.
Parece ser que es mejor vivir en la mentira y el engaño y arrepentirse al final
del camino, que vivir en la honradez y la verdad, aunque bien es cierto que de
ésta última forma sueles encontrar bajo tus pies todas y cada una de las
piedras del camino, y algunas más. A los que dicen y defienden la verdad no les
suele ir muy bien en éste mundo materialista y falso en que vivimos.
Pero lo que es más
alucinante, y lo estamos viendo cada día, es la inmensa capacidad de los
políticos que nos gobiernan para mentirnos todos los días, con el mayor
desprecio hacia nuestra inteligencia. Nos mienten, se mofan de nosotros, nos
chulean y no se les cae la cara de vergüenza ni se inmutan lo más mínimo. Les
da igual, ellos con tal de tener el poder y el mando, hacen lo que sea, incluso
el ridículo más clamoroso, sin sonrojarse y encima creyéndose que son los
mejores y más capaces.
Y ya lo último de lo
último es oír a un presidente decir sin pudor que no está cumpliendo su
programa electoral, ese programa que sus votantes creyeron y para el cual le
dieron la mayoría, y que es consciente de ello, pero que no lo cumple porque lo
que está haciendo es “cumplir con su deber”. Y lo dijo tan tranquilo y sin
plantearse siquiera coger de inmediato los bártulos e irse a su casa.
Porque yo pregunto, si
cumplir con lo que uno ha prometido y con lo cual ha obtenido la confianza de
los ciudadanos no es el deber de un gobernante, ¿cuál entonces es su deber??.
Por lo que deduzco, su deber es básicamente hacer lo que le dé la gana, antes,
ahora y después, con el permiso por supuesto de aquellos que manejan todos los
hilos, y que le tienen cogido por donde todos sabemos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario