domingo, 2 de junio de 2013

La verdad y el deber

Decía días atrás un experto en comunicación, que lo fundamental para comunicar es básicamente “decir la verdad” y además “decirla a tiempo”. No puedo estar más de acuerdo.

Dice el refranero popular que “la verdad duele”, pero en mi opinión esto no es más que un falso consuelo sobre todo para aquellos que no suelen vivir en verdades sino en hipocresías y falsedades. Es cierto que a veces no conviene decir toda la verdad, a veces hay que hacerlo en pequeñas dosis, especialmente con aquellas personas que son demasiado sensibles o demasiado susceptibles, pero al final, queramos o no, siempre la verdad acaba abriéndose paso, aunque sea contra viento y marea.

Desgraciadamente estamos en un mundo en el que la verdad no está de moda, la gente parece que no quiere decir ni oír la verdad, y prefiere vivir en un mundo falso de mentiras que les proporcionen mejores réditos sociales, laborales y económicos, aunque a la larga la degradación ética y humana les pase factura al final del camino. Parece ser que es mejor vivir en la mentira y el engaño y arrepentirse al final del camino, que vivir en la honradez y la verdad, aunque bien es cierto que de ésta última forma sueles encontrar bajo tus pies todas y cada una de las piedras del camino, y algunas más. A los que dicen y defienden la verdad no les suele ir muy bien en éste mundo materialista y falso en que vivimos.

Pero lo que es más alucinante, y lo estamos viendo cada día, es la inmensa capacidad de los políticos que nos gobiernan para mentirnos todos los días, con el mayor desprecio hacia nuestra inteligencia. Nos mienten, se mofan de nosotros, nos chulean y no se les cae la cara de vergüenza ni se inmutan lo más mínimo. Les da igual, ellos con tal de tener el poder y el mando, hacen lo que sea, incluso el ridículo más clamoroso, sin sonrojarse y encima creyéndose que son los mejores y más capaces.

Y ya lo último de lo último es oír a un presidente decir sin pudor que no está cumpliendo su programa electoral, ese programa que sus votantes creyeron y para el cual le dieron la mayoría, y que es consciente de ello, pero que no lo cumple porque lo que está haciendo es “cumplir con su deber”. Y lo dijo tan tranquilo y sin plantearse siquiera coger de inmediato los bártulos e irse a su casa.

Porque yo pregunto, si cumplir con lo que uno ha prometido y con lo cual ha obtenido la confianza de los ciudadanos no es el deber de un gobernante, ¿cuál entonces es su deber??. Por lo que deduzco, su deber es básicamente hacer lo que le dé la gana, antes, ahora y después, con el permiso por supuesto de aquellos que manejan todos los hilos, y que le tienen cogido por donde todos sabemos.

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